Friday, July 28, 2006

Ni un Voto al PAN

El PAN, uncido ahora a El Yunque y a su línea de confrontación, tiene una historia de intolerancia y violencia verbal. No se olvida que su primer candidato presidencial fue en 1940 el general fascista Juan Andreu Almazán y que durante años los panistas vieron con embeleso como modelo a la España franquista, episodios que sus fundadores, Manuel Gómez Morín y Efraín González Luna, pretendieron minimizar y borrar de la historia oficial de Acción Nacional. El político gallego Manuel Fraga Iribarne, fundador del PP español, acuñó en los 60 el término "la derecha civilizada" para hablar de un posfranquismo fundado en la alternancia, pero la historia española ha demostrado que esta derecha no existe, y ahí están como muestra patética Aznar y Rajoy.
Durante toda su historia, el PAN ha desperdiciado en distintas ocasiones la posibilidad de colocarse como una organización progresista defensora de la democracia. Su desprecio por las causas más justas, su tolerancia e incluso aval a los excesos del Estado para conservar la “estabilidad” y el “control”, aún a costa de la sangre de sus propios ciudadanos, son características que Acción Nacional no ha podido ni ha querido extirpar de lo más profundo de su ideología.
Muy frecuentemente he oído comentarios que hacen pasar a la izquierda y al liberalismo como una fuerza violenta y desquiciada, mientras el PAN sería un partido responsable, pacífico e institucional: nada más alejado de la verdad. Quien crea que ese partido es un dechado de cualidades, bien haría en analizar el testimonio de don Luis H. Alvarez, uno de los pocos panistas honestos y un auténtico luchador por la democracia de este país.
El mismo don Luis ha debido admitir en su libro testimonial, Medio siglo, la violencia empleada por el blanquiazul, cuando atacaba con bombas puentes en el norte del país, así como las reuniones del panismo para planear actos violentos y se asociaban para llevar a cabo agresiones contra la autoridad en aquellos años.
Es mentira, pues, que el PAN pretenda hacerse pasar por una institución pacífica y bien intencionada. Ha demostrado con creces estar pronta a la violencia y la provocación; sus métodos de operación consideran una alta dosis de agresión contra aquellos a quienes ven como sus enemigos de clase.
La derecha en general se alza como enemiga de la racionalidad, del progreso, de la solidaridad con los desposeídos, de toda idea de avanzada. El PAN encabeza el México negro del oscurantismo, de la reacción, de la ultraderecha, pero sobretodo de la hipocresía. Acción Nacional se muestra protectora y defensora de intereses muy específicos y de ideas muy radicales pero no está dispuesto a pagar el costo político por ello. Mientras que por un lado nos venden la idea de un partido responsable y respetuoso del Estado laico y liberal; por otro, cada vez que han podido implantan sus políticas conservadoras y represoras. Mientras que por un lado defienden el derecho a introducir sus principios religiosos al desempeño como servidores públicos, por otro no ven nada de malo en dar un paso más e intentar imponer estos mismos principios a sus subordinados. Mientras que por un lado niega la lucha de clases, por otro se encarga de exacerbarla, invocando la histeria y el odio de los oligarcas y la clase media menos pensante contra el liberalismo y la pluralidad. Mientras que en público desprecian la violencia de las clases más bajas presas de la desesperación y el olvido institucional, por otro ignoran la violencia verbal y física de sus huestes contra los sectores que no comparten su ideología conservadora (homosexuales, organizaciones pro abortistas, protestantes, intelectuales, artistas y escritores).
En esta contienda electoral, el PAN ha postulado a uno de los candidatos más afines a su ala más recalcitrante. Hijo de cristeros, ya en muchas ocasiones ha dado muestras de que planea implantar el absurdo de su fanatismo ideológico. Como en sus declaraciones contra los métodos anticonceptivos, como su reiterada propaganda de la mano dura (como si la delincuencia fuera un fenómeno social aislado que con la fuerza del Estado puede ser erradicado), como su defensa a la discriminación hecha por el hotel Sheraton María Isabel, como su indiferencia ante los testimonios de violación en Atenco, y un muy largo etcétera.
La percepción providencial e histórica que tiene de si mismo lo hace olvidar la falta de credenciales, experiencia e inteligencia que adolece para ser presidente de la República. Desde su pobre trayectoria burocrática hasta su insípido paso partidista; pasando por su vergonzoso desempeño al frente de Banobras(donde se autorizó un préstamo millonario al cual no tenía derecho) y su pereza al frente de la Secretaría de Energía(donde evitó el tema de la reforma energética por ser “demasiado conflictivo”(sic); todo en él se puede resumir en una palabra: mediocridad.

Fernando Velázquez